Conocer nuestro nivel de autoestima es fundamental para establecer en que situación nos encontramos, y decidir que queremos hacer al respecto. Podemos ayudarnos para conocer nuestro nivel de autoestima tratando de reconocer en nosotros algunos de los detalles que se mencionan a continuación.
Para algunas las personas, sus pensamientos y sentimientos sobre si mismos tienden a fluctuar basados en su experiencia diaria. Los resultados de una evaluación, como le tratan sus amigos, los altibajos de una relación amorosa, etc. pueden tener un impacto temporal en su sensación de bienestar.
La autoestima sin embargo está por encima de los altibajos normales asociados con los cambios en las situaciones cotidianas. Para las personas con un nivel alto de autoestima estos altibajos normales de la vida podrían producir fluctuaciones temporales en su sensación de bienestar. Mientras que para una persona con baja autoestima estos mismos altibajos podrían hacer una enorme diferencia.
Identificar a las personas que tienen un nivel de autoestima alto es por lo general sencillo, tienden a ser personas que se la llevan bien con la mayoría, de trato jovial, su presencia es agradable y bien recibida, y están siempre dispuestos a colaborar.
Son capaces de escuchar las críticas sin tomárselo personalmente. Por lo general manejan mejor esas situaciones porque los mensajes negativos tienen menos poder sobre ellos, no hacen eco dentro de su mente.
Tienen facilidad para establecer claramente la diferencia entre "Ser" y "Hacer". Este pequeño detalle les permite mantenerse centrados en si mismos mientras observan los cambios que ocurren a su alrededor, sin necesidad de identificarse con ellos.
Para las personas con un nivel de autoestima positivo es sencillo detenerse a evaluar una situación para decidir el más adecuado curso de acción a seguir, en vez de simplemente reaccionar nerviosamente ante ella.
En cuanto a las personas con autoestima baja, no es tan sencillo reconocerlas, pues la baja autoestima puede usar diferentes mascaras. Veamos algunas de las más comunes.
El Impostor: Aunque se muestra feliz y exitoso, en realidad le aterra el fracaso, y vive con el constante miedo de "ser descubierto". Necesita triunfos externos constantes para tratar de mantener la mascara de alta autoestima, lo cual le podría conducir a problemas con el perfeccionismo, competencia, o sobre exigencia.
El Rebelde: Actúa como si las opiniones o buenas intenciones de otros, especialmente las personas importantes o poderosas, no importaran. Vive con una rabia constante por no sentirse "suficientemente bueno". Continuamente necesita probar que los juicios y criticas de otros no le duelen, lo cual podría crear problemas al culpar a otros excesivamente por sus tropiezos, romper las reglas y/o leyes, o desafiar y pelear con las figuras de autoridad.
El Perdedor: Se muestra desvalido e incapaz de valerse por si mismo, y espera que alguien venga a rescatarlo. Usa auto compasión o la indiferencia como una barrera contra el miedo a asumir la responsabilidad de sus actos. Siempre anda en busca de la guía de otros, lo cual podría llevar a una falta de asertividad, falta de logros propios, y una excesiva dependencia de los demás en sus relaciones.
Si se identifica con algunas de las mascaras señaladas alégrese, reconocer algo es el primer paso a solucionarlo, y para lograrlo necesitamos conocer que factores influyen en ello.